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Del sentimiento trágico de la vida

En una línea de pensamiento que va de San Pablo a Kierkegaard, el sobresaliente escritor español entiende que la tragedia intrínseca del hombre es su misma condición humana, vacilante entre el ángel y la bestia, que aúna en sí la mayor grandeza y la mayor miseria. Luego, el tema fundamental de su reflexión es el hombre, fin y no medio: “Ni lo humano ni la humanidad: el hombre. El hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere –sobre todo muere–”. Este hombre que no es entonces un paradigma, un hombre ideal, sino el hombre esencialmente sentimental. Así, empieza por afirmar que de los filósofos no le interesan sus sistemas, sino el espíritu; Unamuno, pues, parte del problema de la existencia concreta, y esto es lo que aborda la obra, el centro desde el cual se enfocan las demás cuestiones filosóficas.
Miguel de Unamuno nació en Bilbao en 1864 y murió en Salamanca en 1936. Su actividad intelectual se extendió por muy diversas disciplinas: filosofía, ciencias sociales, lingüística, literatura. Vida y obra se hallaron en él siempre indisolublemente asociadas. En 1912 publicó Del sentimiento trágico de la vida, el profundo análisis de conciencia que sigue siendo un punto de partida para cualquier indagación sobre la condición humana.