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Alegorías del sol. La línea. La caverna

(REPÚBLICA, 506d-521b)

El pensamiento griego estuvo atravesado desde sus orígenes por enfoques optimistas en el terreno del conocimiento, que propusieron vías para alcanzarlo, y a la vez por otros que se instalaron en la sospecha y enfatizaron la precariedad y limitación del saber humano. Platón encarna un paradigma de los programas filosóficos que, contra las vertientes escépticas, conciben el conocimiento como un logro posible para los hombres. Desde su perspectiva, esta empresa implica avanzar por zonas escarpadas y conflictivas, cuya complejidad teórica impide una descripción llana e impone recurrir a símiles alegóricos que sugieran, antes que mostrar, la meta a la que se dirige el filósofo. Las alegorías del sol, La línea y La caverna son claves, con buena cuota de suspenso y enigma, para esta búsqueda. La importancia de este recorrido radica en que sólo el saber que espera al final de las andanzas justifica el sistema político integral que Platón propone para edificar un Estado sobre principios de justicia cuyo gobierno esté en manos de filósofos, hombres que sabrán arbitrar las cuestiones del ámbito circundante porque han accedido al conocimiento de sus modelos inteligibles.