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Un cuarto propio

Mézclese una de las prosas de imaginación más notables del siglo XX con una inteligencia lúcida de punta, aplíquese esa mezcla a una exposición sobre el tema “las mujeres y la ficción”, y el resultado podría llamarse Un cuarto propio: el ensayo de una novelista que emplea con suma destreza y eficacia los recursos de la ficción en la no ficción, para abordar en profundidad un asunto peliagudo que estaba por entonces en pañales, y ella, por supuesto, no del lado más favorecido. Cuando en 1928 la invitaron a hacer esta exposición en dos colegios universitarios para mujeres de la Universidad de Cambridge, en tiempos en que el acceso femenino a la educación universitaria estaba todavía lejos de ser llano y recto, Virginia Woolf (1882-1941) había publicado ya algunos relatos, ensayos y seis novelas, entre ellas La señora Dalloway y Al Faro, y se había ganado su lugar como una de las voces más destacadas de la ficción en lengua inglesa.