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Orestes

Tal contexto se hace presente en esta tragedia no sólo, de manera evidente, en la escena de la asamblea dominada por demagogos y lacayos del poder, sino también en la construcción de cada uno de los personajes: una Helena vana y egoísta, que nada aprendió de la experiencia troyana; un Menelao que pretende anexionar Argos, herencia de Orestes, a su corona espartana; Electra, Orestes y su amigo Pílades con los que, pese a sus sufrimientos, resulta difícil identificarse por su ferocidad y su cobardía que sólo les permite matar mujeres indefensas; unos dioses cuyas voluntades son caprichosas e incomprensibles.
Desde el punto de vista de la técnica teatral, tanto los efectos de distanciamiento como el humor y la multiplicación de cantos desde escena extienden hasta casi quebrarlos los límites del género trágico.