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La mano infinita

… Pero si el lector entra en ese juego, si se deja estar en ese fluir semejante a un encantamiento, puede, de pronto, descubrir que ha ganado mucho, sobre todo cuando, al retornar a su realidad, la encuentre sorprendente y delicada. Habrá encontrado una disciplina de la paz y la atención, que inevitablemente ha de ser provisoria, pero los instantes que habrá vivido le resultarán seguramente imborrables”.

(Del prólogo de Daniel Freidemberg).