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La isla Sajalín

Hasta la fecha es difícil comprender qué motivos tuvo Antón Chéjov (1860-1904) para dirigirse en 1890 a tan lejano lugar como la isla Sajalín; de hecho, se encontraba en un momento de auge de su carrera creadora y de su éxito literario. Sin embargo, un sentimiento de insatisfacción lo dominaba. Un artículo suyo de la época resulta esclarecedor  al imaginar los móviles de su arriesgado viaje: “En nuestros tiempos enfermos, cuando se han apoderado de la sociedad europea la pereza, el aburrimiento vital y el temor a la muerte, cuando hasta los mejores hombres se quedan sentados de brazos cruzados, justificando su pereza y su vida disoluta en la falta de un objetivo definido en la vida, el movimiento es tan necesario como el Sol”. ¿Fue, entonces, esa necesidad de movimiento lo que impulsó a Chéjov a dirigirse hacia el lugar más alejado del infinito Imperio Ruso?