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La fiesta de cumpleaños

La fiesta de cumpleaños (1957) es la primera obra extensa escrita por Pinter. Dos extraños llegan a la casa de Meg, en la que Stanley se aloja indefinidamente. Que ese día no sea su cumpleaños no impedirá que se lo festejen. Con este cómico y violento drama, Pinter se adelanta a un registro escénico que aún hoy domina el imaginario del nuevo milenio: un teatro de la amenaza.

La habitación (1957) es para muchos la mejor obra del primer Pinter. Su brevedad va aferrada a su precisión. Rose y Bert alquilan una habitación. A ella le gustaría que fuera el refugio donde el pasado —informe y huidizo, como las palabras— no pudiera alcanzarla.

Un leve dolor (1958) ahonda con elegancia y desparpajo en los prejuicios de la pequeña burguesía. Edward y Flora desayunan apaciblemente. Un vendedor de fósforos, como un cordero extraviado, se instala en su jardín. Su mudez desata el derrumbe.

El Blanco y Negro (1955), en prosa, es la primera versión de un texto que luego Pinter desarrolló como diálogo y que ya fue publicado por Losada, entre los Sketches de revista.

El examen (1955) es otra contundente rareza pinteriana: un examinador plantea, con quieta desesperación y firme andar, su extraño caso.