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El salvaje

Quiroga vivió largo tiempo en la provincia de Misiones, cuya exuberante e indómita naturaleza fue inspiradora de gran parte de su producción. La selva, como a Kipling, llegó a fascinarlo hasta casi la obsesión y supo transmitir su potencia dominadora con un lenguaje a la vez verista y metafórico de inusual y enérgica sugestión.