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Discurso sobre la primera década de Tito Livio

En los Discursos tanto como en El Príncipe, Maquiavelo contempla siempre apasionadamente la vida política, no desde el punto de vista de los diversos partidos y grupos, sino desde la perspectiva general del Estado: el interés de éste, no el de los particulares, constituye el punto de partida maquiavelista. El autor aprueba así las luchas entre plebeyos y patricios en Roma, no porque considere justo que se deje a cada cual expresar sus opiniones, sino porque juzga que dichas luchas fueron la primera causa de la libertad y la grandeza de la República, valorándolas por su efecto benéfico para el Estado, y no basado en un principio de derecho individual.
“Aparentemente, los Discursos no son una obra tan orgánica y pensadamente concebida como El Príncipe –señala Roberto Raschella, traductor y prologuista de esta edición–, pero poseen una viboreante estructura asimétrica y un estilo acaso más moderno y desconcertante, que no deja de reiterar las virtudes de la escritura de un verdadero artista y, al mismo tiempo, el espíritu de análisis despiadado de la vida política y militar de su época, siempre a la luz de la analogía con el original de Tito Livio”.