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Catilinarias

Nada mudo puede complacerme, nada silencioso, en fin, nada tal que también los menos dignos puedan conseguirlo. Nuestras acciones se alimentarán de vuestro recuerdo, se enriquecerán con vuestras conversaciones, perdurarán y se robustecerán con los monumentos epistolares; y percibo que el mismo plazo, que espero sea eterno, se extendió para salvación de la república y recuerdo de mi consulado, y de que en la misma época existieron en esta república dos ciudadanos de los cuales uno fijó los límites de nuestro imperio no en la tierra sino en el cielo, el otro conservó el domicilio y la sede de este imperio. (III. XI.26)

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