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Bucólicas

Melibeo

Títiro, tú a cubierto de una amplia haya tendido

silvestre Musa ensayas con una tenue avena;

nosotros dulces campos, lindes patrios dejamos;

de la patria huimos; tú, calmo a la sombra, Títiro,

haces sonar las selvas con hermosa Amarilis.

 

Títiro

Ah, Melibeo, un dios nos hizo estos solaces.

Pues será siempre un dios él para mí, su altar

un cordero de nuestro redil mojará siempre.

Él permitió a mis vacas vagar, ya ves, y a mí

jugar como yo quiera con una caña rústica.

 

Melibeo

No envidio, antes me asombro: tanta es la confusión

en la campiña toda. Yo aquí arreo cabritas

aun enfermo; a esta, Títiro, llevo apenas. Aquí

entre avellanos densos, gemelos, esperanza

de la grey, en desnudo peñón parió y dejó.

Este mal, de no estar izquierda nuestra mente,

varios robles, recuerdo, que el cielo hirió anunciaron.

Pero en fin, ese dios quién es, Títiro, dinos.

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